Buenas Noticias


Desde Ecuador llegan buenas noticias para América Latina: Se inició la retirada de Estados Unidos de la Base Militar de Manta, algo para alegrarse, pues resulta inconcebible que en el territorio de un estado soberano existan instalaciones militares de otro país -y vaya que país- so pretexto de colaborar en la persecución del narcotráfico.

Vayamos aclarando las cosas: el que se instale una base militar de Estados Unidos en un país de Latinoamérica es la peor solución al problema del narcotráfico, al punto que ni siquiera es solución. Sucede que en los países de nuestro querido continente, ante los problemas ciertos de inseguridad y de narcotráfico, sobre todo en Ecuador y Colombia, surgen de vez en cuando los gritos que piden auxilio a nuestro vecino del norte para que “nos dé una mano”, y los rudos de la Casa Blanca, ni tontos ni perezosos, se aprestan a ayudarnos de la mejor forma que saben, que es instalarse con sus metralletas y helicópteros en territorio sudamericano. Pésima situación, pues precisamente lo que necesitamos es que los Estados en Sudamérica se fortalezcan, logren otorgar garantías mínimas a sus ciudadanos (como la seguridad, aunque yo creo que también salud y educación) y puedan tener una organización política estable y democrática, o sea, que sean Estados en plena forma y no los chistes que han sido en varias partes. Pero con una base militar de la mayor potencia del mundo en el territorio lo único que se fomenta es la dependencia, la intervención y la incapacidad de los estados latinoamericanos.

Seamos claros, no debe haber bases militares de Estados Unidos en el Latinoamérica porque los estados latinoamericanos deben resolver sus problemas y hacerlo de la manera que sus ciudadanos decidan. Así que por mucha admiración que se le pueda tener al país de Obama, si los bolivianos o ecuatorianos han decidido que su desarrollo será por la vía de un estado social están en pleno derecho de hacerlo y de ejecutarlo. Pero está claro que si desde las embajadas norteamericanas se han gestionado golpes de estado en varios países de la región, qué decir de la amenaza que implica tener una base militar en el territorio para ejecutar la decisión de los pueblos en esos países, que precisamente van en contra de los deseos de Washington. Por un derecho mínimo de libertad y autonomía no debiese haber ni una sola base militar extranjera en ningún país del mundo. Y sobre todo las bases estadounidenses, que sólo se dedican a generar tensiones en los países que las alojan y poco ayudan a cumplir los fines por los que fueron instaladas.

Hoy Ecuador está dando el ejemplo a seguir en América Latina. Ojalá los demás gobiernos de la región lo sigan.

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Republika550 o los espacios de libertad







Hoy en la mañana han desalojado Republika550. Qué desazón y decepción para con el gobierno. Sucede que un grupo de jóvenes con profunda vocación por el arte y la cultura decide ocupar una casa de propiedad del Estado abandonada por más de una década y en franco deterioro material. El típico punto negro de toda ciudad. Y ellos lo rehabilitan sin que el Estado gaste un sólo peso en ello pues la rehabilitación que hacen no es la de la burocracia de los fondos culturales que entregan millones para construir una cultura cara, comercial y alejada de la inmensa mayoría de las personas, sino que se trató de la rehabilitación a través de la acción comunitaria y autogestionada, a través de la reciprocidad entre quienes impartían un taller y quienes asistían a ellos; a través de la creación abierta y sin miedo, sin ningún tipo de censura, sin ningún temor a ser críticos; a través de solidaridad con todo aquél que necesitase un espacio para expresarse.

Repúblika550 se constituyó como un centro diverso donde cientos de personas, de distintas edades y proveniencias, pudieron recuperar un espacio estatal -o sea de todos los chilenos- que se encontraba totalmente abandonado para el uso de las personas. Su rehabilitación fue atípica, libre de cualquier atadura gubernamental y regida sólo por el deseo de apoyar a la cultura, al arte, al pensamiento. Republika550 fue la rehabilitación de un espacio mediante la libertad. Pero también fue la rehabilitación de un espacio mediante la valentía, mediante el inmenso coraje de no contentarse con la realidad existente, sino que atreverse a cuestionarla, a generar pensamiento crítico y a construir arte crítico -a veces tan ausenten en el mainstream artístico chileno-, sin miedo y sin deudas a nadie, pues todo lo que lograron lo hicieron por sus medios, gracias a su voluntad, apoyados en la profunda convicción de que crear arte siempre será una aporte profundo a toda sociedad.

Pero claro, a veces la acción basada en la libertad y la valentía no es bien vista por los que tienen el poder, por los que hablan de “orden” muchas veces para encubrir intolerancia y odio, por los que buscan mantener el control de todo, ya sea usando la ley o el dinero para ello. Ya desde los comienzos de su notable quehacer los gestores de Republika550 fueron amenazados, hostigados, fotografiados por la policía, amedrentados por la fuerza pública que tenía todo el tiempo, los hombres y los recursos para perseguirlos a ellos, defensores del arte, creadores de cultura, recuperadores de espacios. Fueron tachados de delincuentes, denostada su obra, injuriada su acción por el hecho de crear sin miedo, sin someterse a la presión estatal, sin aceptar que algún arte es el correcto y que otro debe ser silenciado. Gobierno traidor a sus propios principios que habla de los ciudadanos, pero que no acepta que estos sean autónomos y que ocupen los mismos espacios que el Estado ha abandonado sin pasar por el control, por el formulario, por la comisión ad-hoc, por la presión del “deben hacer esto o si no…”

El desalojo ya es un hecho y no será raro que nuevamente veamos un edificio abandonado o vendido para quizás que espurios fines. Pero la acción de varios años de creación y cultura no ha sido en vano, fueron cientos los que pasaron por esas salas, los que se atrevieron, los que saben que es posible la acción asociada con otros con lógicas distintas a las de la competencia y la ganancia, los que saben que el arte es profundo cuando invita a la reflexión, al cuestionamiento, al cambio.

Hoy unos cuantos policías han desalojado Republika55O, lanzado sus materiales afuera, acabado con el centro cultural. Pero han sido muchos más los que han salido al mundo a reivindicar y a reproducir en todas partes su acción de profunda valentía y libertad. Tengo la profunda fe en que estos gestores de arte hoy expulsados y maltratados no cejarán en su intento y muy luego los tendremos de nuevo construyendo espacios de libertad. Tengo la convicción de que la gente valiente prevalecerá.

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¡Apoyemos todo pacifismo!

El día miércoles 8 de julio se realizó el Coloquio “Los Conflictos, el Derecho y la Paz” en la Casa Central de la PUCV. ¡Estuvo buenísimo! y me quedé pensando en las palabras del profesor Agustín Squella, que se adhiere a una propuesta de pacifismo, ideada por Norberto Bobbio, que apuesta al desarrollo del Derecho Internacional y a la creación de un organismo jurisdiccional mundial que expropie el uso de la fuerza a los estados nacionales, como la forma posible de llegar a la paz mundial.

Squella se manifiesta a favor de esta postura pues el mismo Bobbio distingue tres tipos de pacifismo: el instrumental, que se preocupa de eliminar o reducir lo más posible los instrumentos de las guerras, o sea las armas, abogando por un severo control de ellas; un segundo pacifismo es el ideológico, donde se apela a la templanza de los hombres desde prédicas éticas o religiosas para que controlen su voluntad y no produzcan guerras; y además tenemos el ya mencionado pacifismo institucional, que aboga por una institucionalidad mundial que permita la paz, replicando el proceso ocurrido en los estados nacionales, en donde las personas renuncian al uso de la fuerza y éste recae legítimamente sólo en el Estado en ciertas y precisas circunstancias, lo que nos da una situación de paz relativa siempre mejor que la guerra de todos contra todos o la imposición brutal de un tirano, pero ahora aplicado a nivel mundial con los mismos estados nacionales renunciando a ejercer la fuerza en el plano internacional.

Ya podrán sospechar que Agustín Squella aún con firmes convicciones pacifistas no es muy optimista al respecto. Claro que tiene razones para ello. Sobre todo cuando vemos que en el país donde se cometen más asesinatos por armas de fuego, Estados Unidos, existe una clara garantía constitucional de tener y portar armas, además de una producción industrial enorme de armamentos y una política de defensa que gasta millones en armarse. Y aún más cuando sabemos, porque lo dijo explícitamente en una entrevista, que el presidente de ese país “escuchó que Dios le habló” y lo sacó de la taberna en Texas donde pasaba sus días, le indicó que debía convertirse en la máxima autoridad del país y salir a defender la libertad y la democracia en el mundo invadiendo Afganistán e Irak mediante guerras que después de años de estarse realizando han cobrado la vida a miles de personas. Así parece que estamos lejos de reducir las armas y de que las prédicas religiosas nos lleven a la paz, especialmente cuando en nombre de Dios se han perpetrado los más terribles crímenes, que en todo caso están más cerca de usar a Dios como excusa para ocultar oscuros intereses económicos y geopolíticos, que de andar matando gente por el mundo para la Gloria de Él. Claramente Squella tiene razones para confiar en que a largo plazo el derecho internacional irá estableciendo reglas claras y paz en el mundo, y que esa es la vía más confiable para establecer la paz.

Pero uno perfectamente puede ser más optimista que Squella, y si mira el mundo va teniendo razones para ello, como el muy reciente acuerdo entre Rusia y EE.UU. para reducir sus arsenales nucleares, o el también reciente anuncio del Consejo de Imanes de Togo de apoyar la paz, además de los avances en derecho internacional que él mismo apoya. En definitiva, parece que la mejor opción es apoyar todo pacifismo, pues todos están dando pasos importantes en el mundo a favor de la paz, y claramente son los tres necesarios, pues por mucho derecho internacional que tengamos, si a la vez hay millones de armas y las personas no creen en la paz desde un convicción profunda, no vamos a lograr mucho.

Y lo más interesante es que apoyar a los tres pacifismos es totalmente posible, y ahora ya. Y eso es así porque la Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia que se está desarrollando en todo el mundo al apoyar la concientización masiva respecto de la necesidad de acabar con las guerras y la violencia, al exigir el fin de las armas nucleares y la reducción drástica, progresiva y proporcional del armamento convencional, y al fomentar la renuncia constitucional de los países a usar la guerra como método de resolución de conflictos y la elaboración de acuerdos internacionales de paz y colaboración, lo que hace es precisamente buscar la paz apoyada en los tres tipos de pacifismo de manera simultánea. Así que ¡adhiera a ella y apoye todo pacifismo!

Si no fue al Coloquio, no se preocupe, igual puede conocer más precisiones de la propuesta de Agustín Squella revisando las últimas páginas de su libro “¿Qué es el Derecho?” editado por la Editorial Jurídica de Chile. Disfrútelo.



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No a los nuevos cañones









Por estos días el Congreso de Estados Unidos debe aprobar la compra de nuevo armamento de artillería pesada por parte de Chile a ese país, cosa aún no confirmada, pero ya sabemos que el día que el país del norte deje de repartir armas por todo el planeta será el comienzo de otro mundo, algo que creo no está a años luz, pero tampoco a la vuelta de la esquina. O sea, pronto tendremos noticias de que Chile se gastó la suma de 275 millones de dólares en cañones de largo alcance y en vehículos de apoyo, lo que dejará al ejército chileno como la fuerza mejor dotada de América del Sur en ese tipo de armamentos, superando incluso a un país enormemente más grande como Brasil.

Obviamente me parece que ésta es de esas decisiones de Estado que ni siquiera me parecen malas, sino que lisa y llanamente son impresentables. ¿Qué justifica que Chile se gaste 275 millones de dólares de fondos públicos para dejar al ejército como la fuerza con más cañones de artillería pesada de todo el subcontinente? A mí no se me aparecen las razones para hacer esto, y sí se me ocurren varias para no hacerlo y para quitarle trabajo al Congreso norteamericano por la vía de la suspensión de la compra.

Vamos viendo. Nos encontramos en un momento de crisis económica que en el país se acerca a pasos agigantados a situaciones que supuestamente no pasarían, como un alto nivel de desempleo, que ya va llegando al millón de cesantes; ante dificultades económicas, si el Estado va a gastar dinero, lo lógico es que lo haga dentro del país para reactivar la economía ¿por qué Chile decide ir a gastar el dinero de un estado pequeño como el nuestro a Estados Unidos precisamente en estos momentos? ¿Y por qué gasta en armas, gasto que aparte de beneficiar a la industria que las fabrica no beneficia a nadie más? La pura contingencia económica mundial ya es una buena razón para no gastar dinero en armas en este momento, pero tenemos otras razones más profundas para oponernos a este gasto. Según la doctrina disuasiva de la política de seguridad exterior chilena -doctrina que no comparto en lo más mínimo-, debe “invertirse” en armas cuando surgen nuevas amenazas, para que sean “disuadidas”. ¿Qué nuevas amenazas está enfrentando Chile para que, además de los submarinos, los aviones F-16, los tanques y los vehículos todo terreno que ya ha adquirido por sumas de miles de millones de dólares, deba comprar ahora cañones de largo alcance? Basta mirar el continente y ver que ningún país se está armando excepto Chile, ya que pasar a liderar en el continente el arsenal de un cierto tipo de armas no es, como les gusta decir a los ministros de defensa, “recambio de material obsoleto” sino que armamentismo puro y duro. Si algún cretino nacionalista sugiere la idea de que Perú se ha convertido en una nueva amenaza, bastaría con responderle que el que un diario de un país (creo que es La Razón) defienda el discurso nacionalista peruano no es en ningún caso una amenaza, y menos en un país donde la clase política tradicional se encarga frecuentemente de putear a Chile para superar sus crisis internas. Nada nuevo bajo el sol ni la configuración de una nueva amenaza. Nuestra querida Latinoamérica de siempre no más.

Como último punto quisiera destacar que la única posibilidad de seguridad y paz permanente y certera en nuestros países pasa necesariamente por una política exterior común que apunte decididamente, y de verdad, a la integración, al intercambio de todo tipo, a la colaboración internacional y a la solidaridad continental. Si en doscientos años los países latinoamericanos no han salido del subdesarrollo solos, es hora de que empecemos a comprender que el desarrollo puede lograrse si se trabaja mancomunada y continentalmente, generando iniciativas que aprovechen los recursos de todos los países en beneficio de todos los países del subcontinente, lo que conlleva a una nueva política en la cual nuestros gobernantes piensen primero en gastarse los pocos billetes de los que disponen en construir carreteras y líneas férreas que unan a nuestros países y nunca en gastárselos en armas que llevan a más enriquecimiento de los mismos que se han enriquecido a costa de la explotación y división de los países de América del Sur. ¡Construyamos Unión Sudamericana!

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¿Seguridad Nacional gracias al miedo?

En la inmensa mayoría de países del mundo se aplica una doctrina de seguridad nacional cuyo eje central es la palabrita mágica llamada “disuasión”. Según esta doctrina, cada Estado debe gastar ingentes sumas de dinero en adquirir potentes cantidades de material bélico, mantener un vasto cuerpo profesional de hombres entrenados en matar eficientemente a otros hombres y mujeres y rogar al cielo para que este grupo se mantenga quieto y no le bajen las ganas de mandarse solo. Con todo eso se lograría “disuadir” al enemigo de que ataque, pues recibiría una contundente respuesta si lo hace, y por lo tanto todos lograremos vivir en paz, amenazados por todos lados, pero en paz. Yo siempre me he preguntado si los genios que inventaron esta cosa se dieron cuenta que no hicieron otra cosa que crear un sistema de relaciones internacionales basado en el más burdo y bárbaro miedo. Porque eso que denominan “disuasión” no es otra cosa que simple y común miedo. Y un miedo harto justificado si vemos que el vecino parte comprándose pistolitas y termina en submarinos y aviones de última generación.

No sé si ustedes logran ver bien éstas ideas, pero esta “doctrina de seguridad” lo único que nos promete es, precisamente no darnos seguridad. Porque ¿cómo podremos tener seguridad si a nuestro lado progresivamente van aumentando las amenazas? Si dos países vecinos siguen esta doctrina, en su afán de tener seguridad y disuadir al otro no harán más que tener más armas, gastar más dinero fiscal en ellas y por cada aumento de disuasión, o sea, por cada avión, tanque o submarino nuevo, lo que harán será generar más amenazas. Esta espiral armamentista no puede darnos seguridad en ningún caso y menos paz. Y países como Estado Unidos, grandes promotores de estas “ideas”, sufren sus consecuencias en carne propia al ver volar sus tanques en Irak con las mismas armas que ellos construyeron para defenderse del millón de amenazas que ellos mismos se han construido.

Aún cuando la inconsistencia de la doctrina, y su consiguiente fomento a una espiral sin sentido y sin término seguro, sea un punto grave, me parece que es aún más grave el supuesto de fondo que trae, y que no es otro que el pensar que la única forma de relación humana confiable es aquella que se da en base al miedo. Así, siglos de devenir histórico, de innumerables progresos, de avances de la civilización y de instalación de la globalización no habrían hecho aporte alguno para cambiar la relación original humana de cada uno con su mazo en la espalda siempre disponible para ser usado. Lo curioso es que ésta doctrina aplicada en todo el mundo se acompaña en paralelo de los mejores discursos de buenas intenciones, de confianza mutua y de interés por estrechar lazos entre las naciones. ¿A alguien le parece posible que se logren desarrollar relaciones internacionales profundas y fructíferas entre distintos países cuando a la base de todas esas relaciones se tiene al miedo entre unos y otros? Claramente manteniendo las ideas de disuasión, de miedo, de amenaza, de posibilidad lejana pero real de usar los avioncitos y tanquecitos, no vamos a lograr construir mucho y seguiremos con esfuerzos estériles en cuanto avance de integración de países y regiones, de verdadera seguridad y de la necesaria paz que ella debe conllevar. Pero no sólo la lógica nos dice esto, sino que la práctica también: Europa, que es la única región del mundo que ha logrado integración entre países y avances notables en cuanto a paz entre ellos lo ha hecho sustituyendo el miedo por la confianza mutua llevando eso incluso a consecuencias militares, que en su caso han sido reducir las armas y disponerlas para la seguridad de todos los países ante un peligro externo y no para andar amenazándose mutuamente con el último submarino adquirido. Mientras tanto, acá en América del Sur seguimos con buenas declaraciones inmediatamente traicionadas por los actos de los gobiernos; como la insólita compra de cañones de largo alcance por parte de Chile, en plena crisis económica con un millón de cesantes y cuando no hay ningún indicio de un aumento en las amenazas al país. Y la integración latinoamericana, la posibilidad de paz y seguridad permanentes en el continente y la utilización de los recursos bélicos en las necesidades urgentes de los países siguen arrinconados por la disuasión del miedo.

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La Marihuana


                Este fin de semana se realizará en Santiago la Marcha Cultiva tus Derechos 2009, que busca la despenalización del autocultivo de marihuana y de su consumo. Aprovechando esa coyuntura, quiero manifestar mi apoyo decidido a la legalización de la marihuana, en base a los siguientes argumentos:

                - Hay que defender los derechos de las personas, en especial su libertad y su autonomía, pues la prohibición actual de consumir y cultivar marihuana es una directa violación de esos derechos. Seamos claros: hoy el Estado se arroga para sí la facultad de decidir que no debemos consumir marihuana en base al argumento del supuesto daño que puede producir esa sustancia las personas. Se trata de un argumento absurdo en el momento actual, donde la ciencia ha demostrado que prácticamente cualquier sustancia puede dañar la salud humana, ya sea el tabaco, las bebidas gaseosas, las grasas y un largo etcétera. En la inmensa mayoría de los casos las personas deciden libre y responsablemente que consumir, asumiendo las posibles consecuencias que aquello pueda traerles, pero en el caso particular del la marihuana el Estado de Chile decide tratarnos a los ciudadanos como incapacitados mentales que no somos capaces de decidir al respecto. Me rehúso terminantemente a que se me niegue mi libertad de decidir al respecto. Y me preocupo intensamente ante el avance de normas represivas, como la calificación en el listado de drogas duras de la marihuana, que se ha realizado contradiciendo toda la información científica conocida al respecto, pues la falta de reacción de la sociedad civil ante ello puede llevarnos a largo plazo a una sociedad disciplinada por el poder estatal, donde funcionarios y legisladores “bienpensantes” decidan por toda la sociedad que es lo bueno y lo malo. Ante eso no puedo dejar de decir: ¡que nadie decida por nosotros!

                - Hay que considerar la problemática de las drogas como un problema de salud pública. Recientemente ha sido publicado un documento firmado por pesos pesados en políticas antidrogas, como el ex presidente de Brasil Fernando Cardoso, donde se ha reconocido el absoluto fracaso de las políticas actuales en torno a la droga, en donde el enfoque represivo y criminalizador de la marihuana no ha logrado la eliminación de su consumo, menos su eliminación, ni tampoco la erradicación del narcotráfico. Ante lo anterior, se propone considerar a las drogas como una cuestión de salud pública, que implica legalizar su consumo, su autocultivo y su comercialización, aplicando impuestos específicos que sean posteriormente ocupados en programas públicos, eficientes y accesibles de rehabilitación de drogadictos. Creo que esto muestra el tema central del asunto: ¿queremos un Estado que reprima a todos los que desean consumir marihuana, conculcándoles su derecho a decidir, o un Estado que se preocupe y vaya en auxilio del pequeño grupo de personas que se hacen adictas a alguna sustancia?

                - Hay que combatir el narcotráfico en serio. Como dije en el punto anterior, las actuales políticas de prohibición de la marihuana sólo han logrado que mafias criminales se organicen para proveer de marihuana a los consumidores, con los graves crímenes anexos que implica la existencia de los carteles de drogas, entre los que están los asesinatos, secuestros, amenazas, corrupción fiscal y varios más. La legalización del comercio de marihuana permitiría la eliminación de los carteles de droga al sustituirlos por un mercado fiscalizado, seguro para los consumidores y la sociedad en general, que pagaría impuestos para rehabilitar a los adictos y que generaría una actividad económica provechosa para el país.

                En síntesis: propongo una legalización de la marihuana que tenga como objetivo central el respeto a la libertad de decisión y a la autonomía de las personas;  que genere un comercio transparente, fiscalizado y seguro de marihuana que nos libre de las garras del narcotráfico; y que utilice los recursos de impuestos específicos a la marihuana en la rehabilitación del reducido número de  personas que se hacen adictas a la misma, pues ese es el problema humano en el que hay que poner la atención, y no en reprimir al resto.

                ¡Legalícenla!

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El Derecho de Migrar


                Escribo estas líneas desde mi habitación con vista a los cerros de Valparaíso, y viendo sus colores y formas no puedo dejar de maravillarme con la creación de tantas y tantas personas que se encaramaron a los cerros para construir su hogar y armar una de las ciudades más bellas de Chile. Pensando en eso me acuerdo que Valpo es una ciudad de inmigrantes, que a estos montes han llegado personas y familias de distintos puntos del mundo en búsqueda de un mejor vivir, escapando de una guerra o quizás tantos otros motivos; pienso en la lista de nombres de mis compañeros de universidad, donde se entrecruzan apellidos italianos, alemanes, árabes y españoles, donde se ven caras de Rapa Nui junto a cabelleras rubias. La belleza de lo diverso, de lo múltiple, del quedarse conversando con los amigos las diversas historias de vida de cada uno, los pasos por varios países de algunos, las dobles nacionalidades de otros, las apacibles infancias en un solo punto de varios de ellos. Todo eso me parece fascinante, sorprendente, tan ciertamente humano como la vida misma. Pero de pronto choco. Me estrello con una muralla. Me estrello con una muralla que expele odio, rabia, pero por sobretodo, miedo. Esa muralla habla de la exclusión, de la persecución, de la eliminación de quienes son tachados como inmigrantes. Ellos deben irse, no deben estar aquí gritan los que sostienen esa muralla.

                La migración de personas debe ser tan antigua como la Humanidad misma. El mismo Pueblo de Dios en la cultura judío cristiana migró desde las tierras de Babilonia a la Tierra Prometida, para luego pasar a Egipto, volver a los territorios del actual Israel y terminar dispersándose por todo el mundo. Los griegos, padres de nuestra civilización occidental  migraron ellos mismos estableciendo colonias en varios puntos del Mediterráneo, además de recibir en sus propias ciudades a muchos extranjeros. América misma es un continente con tantas contradicciones y diferencias dentro de sí porque se ha constituido en base a la migración de personas desde otros puntos del planeta, partiendo por los pueblos aborígenes que no surgieron aquí, sino que llegaron, hasta las últimas oleadas migratorias en el siglo XX.

                Lo curioso de todo esto, es que el rechazo a los inmigrantes se da en los lugares donde más inmigración se ha producido y donde los inmigrantes más han aportado a su desarrollo. ¿Alguien puede concebir que Estados Unidos pudiera haber logrado ser el país que es sin la fundamental ayuda de los inmigrantes? Basta con mirar al actual presidente norteamericano para captar que Estado Unidos es la Grecia contemporánea no sólo por su enorme poder económico, militar y político, sino también, y probablemente de manera principal, por la enorme diversidad de personas, culturas y nacionalidades que hay en su seno. Y aquí en el sur del mundo, donde somos un país cuyo padre de la patria fue hijo de un irlandés, donde nuestra independencia se selló con la ayuda de militares franceses que se asentaron en estas tierras, donde nuestro primer presidente fue argentino, y donde el gestor del reconocido Código Civil que nos ha regido por 150 años fue un venezolano, no podemos hacer otra cosa que agradecer la llegada de tantos inmigrantes a Chile, que se han dedicado a aportar decididamente al país.

                Pero allá en el norte, y aquí en nuestra fértil provincia aparecen los gritos histéricos de quienes quieren discriminar a quienes no nacieron en el país. Y luego aparecen las amenazas, los ataques, las persecuciones. Y los perseguidores se instalan en la altura de decir que ellos “son de aquí” que tienen más derechos que los vienen llegando, y que en realidad estos últimos no tienen ni siquiera derecho de llegar. Yo me pregunto ¿se acordarán ellos que de no ser porque sus antepasados llegaron a estas tierras ellos ni siquiera existirían? Yo me pregunto  ¿recordarán que todos los países son países de inmigrantes, pero que por sobre todos lo son nuestros  países, los americanos, construidos con la sangre de todo el mundo? Razones para defender el derecho de migrar son muchas, pero yo sólo me quedo con la simple pregunta ¿Qué sería de nosotros sin los inmigrantes?

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Así va la Marcha