No a los nuevos cañones









Por estos días el Congreso de Estados Unidos debe aprobar la compra de nuevo armamento de artillería pesada por parte de Chile a ese país, cosa aún no confirmada, pero ya sabemos que el día que el país del norte deje de repartir armas por todo el planeta será el comienzo de otro mundo, algo que creo no está a años luz, pero tampoco a la vuelta de la esquina. O sea, pronto tendremos noticias de que Chile se gastó la suma de 275 millones de dólares en cañones de largo alcance y en vehículos de apoyo, lo que dejará al ejército chileno como la fuerza mejor dotada de América del Sur en ese tipo de armamentos, superando incluso a un país enormemente más grande como Brasil.

Obviamente me parece que ésta es de esas decisiones de Estado que ni siquiera me parecen malas, sino que lisa y llanamente son impresentables. ¿Qué justifica que Chile se gaste 275 millones de dólares de fondos públicos para dejar al ejército como la fuerza con más cañones de artillería pesada de todo el subcontinente? A mí no se me aparecen las razones para hacer esto, y sí se me ocurren varias para no hacerlo y para quitarle trabajo al Congreso norteamericano por la vía de la suspensión de la compra.

Vamos viendo. Nos encontramos en un momento de crisis económica que en el país se acerca a pasos agigantados a situaciones que supuestamente no pasarían, como un alto nivel de desempleo, que ya va llegando al millón de cesantes; ante dificultades económicas, si el Estado va a gastar dinero, lo lógico es que lo haga dentro del país para reactivar la economía ¿por qué Chile decide ir a gastar el dinero de un estado pequeño como el nuestro a Estados Unidos precisamente en estos momentos? ¿Y por qué gasta en armas, gasto que aparte de beneficiar a la industria que las fabrica no beneficia a nadie más? La pura contingencia económica mundial ya es una buena razón para no gastar dinero en armas en este momento, pero tenemos otras razones más profundas para oponernos a este gasto. Según la doctrina disuasiva de la política de seguridad exterior chilena -doctrina que no comparto en lo más mínimo-, debe “invertirse” en armas cuando surgen nuevas amenazas, para que sean “disuadidas”. ¿Qué nuevas amenazas está enfrentando Chile para que, además de los submarinos, los aviones F-16, los tanques y los vehículos todo terreno que ya ha adquirido por sumas de miles de millones de dólares, deba comprar ahora cañones de largo alcance? Basta mirar el continente y ver que ningún país se está armando excepto Chile, ya que pasar a liderar en el continente el arsenal de un cierto tipo de armas no es, como les gusta decir a los ministros de defensa, “recambio de material obsoleto” sino que armamentismo puro y duro. Si algún cretino nacionalista sugiere la idea de que Perú se ha convertido en una nueva amenaza, bastaría con responderle que el que un diario de un país (creo que es La Razón) defienda el discurso nacionalista peruano no es en ningún caso una amenaza, y menos en un país donde la clase política tradicional se encarga frecuentemente de putear a Chile para superar sus crisis internas. Nada nuevo bajo el sol ni la configuración de una nueva amenaza. Nuestra querida Latinoamérica de siempre no más.

Como último punto quisiera destacar que la única posibilidad de seguridad y paz permanente y certera en nuestros países pasa necesariamente por una política exterior común que apunte decididamente, y de verdad, a la integración, al intercambio de todo tipo, a la colaboración internacional y a la solidaridad continental. Si en doscientos años los países latinoamericanos no han salido del subdesarrollo solos, es hora de que empecemos a comprender que el desarrollo puede lograrse si se trabaja mancomunada y continentalmente, generando iniciativas que aprovechen los recursos de todos los países en beneficio de todos los países del subcontinente, lo que conlleva a una nueva política en la cual nuestros gobernantes piensen primero en gastarse los pocos billetes de los que disponen en construir carreteras y líneas férreas que unan a nuestros países y nunca en gastárselos en armas que llevan a más enriquecimiento de los mismos que se han enriquecido a costa de la explotación y división de los países de América del Sur. ¡Construyamos Unión Sudamericana!

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