Buenas Noticias


Desde Ecuador llegan buenas noticias para América Latina: Se inició la retirada de Estados Unidos de la Base Militar de Manta, algo para alegrarse, pues resulta inconcebible que en el territorio de un estado soberano existan instalaciones militares de otro país -y vaya que país- so pretexto de colaborar en la persecución del narcotráfico.

Vayamos aclarando las cosas: el que se instale una base militar de Estados Unidos en un país de Latinoamérica es la peor solución al problema del narcotráfico, al punto que ni siquiera es solución. Sucede que en los países de nuestro querido continente, ante los problemas ciertos de inseguridad y de narcotráfico, sobre todo en Ecuador y Colombia, surgen de vez en cuando los gritos que piden auxilio a nuestro vecino del norte para que “nos dé una mano”, y los rudos de la Casa Blanca, ni tontos ni perezosos, se aprestan a ayudarnos de la mejor forma que saben, que es instalarse con sus metralletas y helicópteros en territorio sudamericano. Pésima situación, pues precisamente lo que necesitamos es que los Estados en Sudamérica se fortalezcan, logren otorgar garantías mínimas a sus ciudadanos (como la seguridad, aunque yo creo que también salud y educación) y puedan tener una organización política estable y democrática, o sea, que sean Estados en plena forma y no los chistes que han sido en varias partes. Pero con una base militar de la mayor potencia del mundo en el territorio lo único que se fomenta es la dependencia, la intervención y la incapacidad de los estados latinoamericanos.

Seamos claros, no debe haber bases militares de Estados Unidos en el Latinoamérica porque los estados latinoamericanos deben resolver sus problemas y hacerlo de la manera que sus ciudadanos decidan. Así que por mucha admiración que se le pueda tener al país de Obama, si los bolivianos o ecuatorianos han decidido que su desarrollo será por la vía de un estado social están en pleno derecho de hacerlo y de ejecutarlo. Pero está claro que si desde las embajadas norteamericanas se han gestionado golpes de estado en varios países de la región, qué decir de la amenaza que implica tener una base militar en el territorio para ejecutar la decisión de los pueblos en esos países, que precisamente van en contra de los deseos de Washington. Por un derecho mínimo de libertad y autonomía no debiese haber ni una sola base militar extranjera en ningún país del mundo. Y sobre todo las bases estadounidenses, que sólo se dedican a generar tensiones en los países que las alojan y poco ayudan a cumplir los fines por los que fueron instaladas.

Hoy Ecuador está dando el ejemplo a seguir en América Latina. Ojalá los demás gobiernos de la región lo sigan.

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Republika550 o los espacios de libertad







Hoy en la mañana han desalojado Republika550. Qué desazón y decepción para con el gobierno. Sucede que un grupo de jóvenes con profunda vocación por el arte y la cultura decide ocupar una casa de propiedad del Estado abandonada por más de una década y en franco deterioro material. El típico punto negro de toda ciudad. Y ellos lo rehabilitan sin que el Estado gaste un sólo peso en ello pues la rehabilitación que hacen no es la de la burocracia de los fondos culturales que entregan millones para construir una cultura cara, comercial y alejada de la inmensa mayoría de las personas, sino que se trató de la rehabilitación a través de la acción comunitaria y autogestionada, a través de la reciprocidad entre quienes impartían un taller y quienes asistían a ellos; a través de la creación abierta y sin miedo, sin ningún tipo de censura, sin ningún temor a ser críticos; a través de solidaridad con todo aquél que necesitase un espacio para expresarse.

Repúblika550 se constituyó como un centro diverso donde cientos de personas, de distintas edades y proveniencias, pudieron recuperar un espacio estatal -o sea de todos los chilenos- que se encontraba totalmente abandonado para el uso de las personas. Su rehabilitación fue atípica, libre de cualquier atadura gubernamental y regida sólo por el deseo de apoyar a la cultura, al arte, al pensamiento. Republika550 fue la rehabilitación de un espacio mediante la libertad. Pero también fue la rehabilitación de un espacio mediante la valentía, mediante el inmenso coraje de no contentarse con la realidad existente, sino que atreverse a cuestionarla, a generar pensamiento crítico y a construir arte crítico -a veces tan ausenten en el mainstream artístico chileno-, sin miedo y sin deudas a nadie, pues todo lo que lograron lo hicieron por sus medios, gracias a su voluntad, apoyados en la profunda convicción de que crear arte siempre será una aporte profundo a toda sociedad.

Pero claro, a veces la acción basada en la libertad y la valentía no es bien vista por los que tienen el poder, por los que hablan de “orden” muchas veces para encubrir intolerancia y odio, por los que buscan mantener el control de todo, ya sea usando la ley o el dinero para ello. Ya desde los comienzos de su notable quehacer los gestores de Republika550 fueron amenazados, hostigados, fotografiados por la policía, amedrentados por la fuerza pública que tenía todo el tiempo, los hombres y los recursos para perseguirlos a ellos, defensores del arte, creadores de cultura, recuperadores de espacios. Fueron tachados de delincuentes, denostada su obra, injuriada su acción por el hecho de crear sin miedo, sin someterse a la presión estatal, sin aceptar que algún arte es el correcto y que otro debe ser silenciado. Gobierno traidor a sus propios principios que habla de los ciudadanos, pero que no acepta que estos sean autónomos y que ocupen los mismos espacios que el Estado ha abandonado sin pasar por el control, por el formulario, por la comisión ad-hoc, por la presión del “deben hacer esto o si no…”

El desalojo ya es un hecho y no será raro que nuevamente veamos un edificio abandonado o vendido para quizás que espurios fines. Pero la acción de varios años de creación y cultura no ha sido en vano, fueron cientos los que pasaron por esas salas, los que se atrevieron, los que saben que es posible la acción asociada con otros con lógicas distintas a las de la competencia y la ganancia, los que saben que el arte es profundo cuando invita a la reflexión, al cuestionamiento, al cambio.

Hoy unos cuantos policías han desalojado Republika55O, lanzado sus materiales afuera, acabado con el centro cultural. Pero han sido muchos más los que han salido al mundo a reivindicar y a reproducir en todas partes su acción de profunda valentía y libertad. Tengo la profunda fe en que estos gestores de arte hoy expulsados y maltratados no cejarán en su intento y muy luego los tendremos de nuevo construyendo espacios de libertad. Tengo la convicción de que la gente valiente prevalecerá.

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¡Apoyemos todo pacifismo!

El día miércoles 8 de julio se realizó el Coloquio “Los Conflictos, el Derecho y la Paz” en la Casa Central de la PUCV. ¡Estuvo buenísimo! y me quedé pensando en las palabras del profesor Agustín Squella, que se adhiere a una propuesta de pacifismo, ideada por Norberto Bobbio, que apuesta al desarrollo del Derecho Internacional y a la creación de un organismo jurisdiccional mundial que expropie el uso de la fuerza a los estados nacionales, como la forma posible de llegar a la paz mundial.

Squella se manifiesta a favor de esta postura pues el mismo Bobbio distingue tres tipos de pacifismo: el instrumental, que se preocupa de eliminar o reducir lo más posible los instrumentos de las guerras, o sea las armas, abogando por un severo control de ellas; un segundo pacifismo es el ideológico, donde se apela a la templanza de los hombres desde prédicas éticas o religiosas para que controlen su voluntad y no produzcan guerras; y además tenemos el ya mencionado pacifismo institucional, que aboga por una institucionalidad mundial que permita la paz, replicando el proceso ocurrido en los estados nacionales, en donde las personas renuncian al uso de la fuerza y éste recae legítimamente sólo en el Estado en ciertas y precisas circunstancias, lo que nos da una situación de paz relativa siempre mejor que la guerra de todos contra todos o la imposición brutal de un tirano, pero ahora aplicado a nivel mundial con los mismos estados nacionales renunciando a ejercer la fuerza en el plano internacional.

Ya podrán sospechar que Agustín Squella aún con firmes convicciones pacifistas no es muy optimista al respecto. Claro que tiene razones para ello. Sobre todo cuando vemos que en el país donde se cometen más asesinatos por armas de fuego, Estados Unidos, existe una clara garantía constitucional de tener y portar armas, además de una producción industrial enorme de armamentos y una política de defensa que gasta millones en armarse. Y aún más cuando sabemos, porque lo dijo explícitamente en una entrevista, que el presidente de ese país “escuchó que Dios le habló” y lo sacó de la taberna en Texas donde pasaba sus días, le indicó que debía convertirse en la máxima autoridad del país y salir a defender la libertad y la democracia en el mundo invadiendo Afganistán e Irak mediante guerras que después de años de estarse realizando han cobrado la vida a miles de personas. Así parece que estamos lejos de reducir las armas y de que las prédicas religiosas nos lleven a la paz, especialmente cuando en nombre de Dios se han perpetrado los más terribles crímenes, que en todo caso están más cerca de usar a Dios como excusa para ocultar oscuros intereses económicos y geopolíticos, que de andar matando gente por el mundo para la Gloria de Él. Claramente Squella tiene razones para confiar en que a largo plazo el derecho internacional irá estableciendo reglas claras y paz en el mundo, y que esa es la vía más confiable para establecer la paz.

Pero uno perfectamente puede ser más optimista que Squella, y si mira el mundo va teniendo razones para ello, como el muy reciente acuerdo entre Rusia y EE.UU. para reducir sus arsenales nucleares, o el también reciente anuncio del Consejo de Imanes de Togo de apoyar la paz, además de los avances en derecho internacional que él mismo apoya. En definitiva, parece que la mejor opción es apoyar todo pacifismo, pues todos están dando pasos importantes en el mundo a favor de la paz, y claramente son los tres necesarios, pues por mucho derecho internacional que tengamos, si a la vez hay millones de armas y las personas no creen en la paz desde un convicción profunda, no vamos a lograr mucho.

Y lo más interesante es que apoyar a los tres pacifismos es totalmente posible, y ahora ya. Y eso es así porque la Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia que se está desarrollando en todo el mundo al apoyar la concientización masiva respecto de la necesidad de acabar con las guerras y la violencia, al exigir el fin de las armas nucleares y la reducción drástica, progresiva y proporcional del armamento convencional, y al fomentar la renuncia constitucional de los países a usar la guerra como método de resolución de conflictos y la elaboración de acuerdos internacionales de paz y colaboración, lo que hace es precisamente buscar la paz apoyada en los tres tipos de pacifismo de manera simultánea. Así que ¡adhiera a ella y apoye todo pacifismo!

Si no fue al Coloquio, no se preocupe, igual puede conocer más precisiones de la propuesta de Agustín Squella revisando las últimas páginas de su libro “¿Qué es el Derecho?” editado por la Editorial Jurídica de Chile. Disfrútelo.



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No a los nuevos cañones









Por estos días el Congreso de Estados Unidos debe aprobar la compra de nuevo armamento de artillería pesada por parte de Chile a ese país, cosa aún no confirmada, pero ya sabemos que el día que el país del norte deje de repartir armas por todo el planeta será el comienzo de otro mundo, algo que creo no está a años luz, pero tampoco a la vuelta de la esquina. O sea, pronto tendremos noticias de que Chile se gastó la suma de 275 millones de dólares en cañones de largo alcance y en vehículos de apoyo, lo que dejará al ejército chileno como la fuerza mejor dotada de América del Sur en ese tipo de armamentos, superando incluso a un país enormemente más grande como Brasil.

Obviamente me parece que ésta es de esas decisiones de Estado que ni siquiera me parecen malas, sino que lisa y llanamente son impresentables. ¿Qué justifica que Chile se gaste 275 millones de dólares de fondos públicos para dejar al ejército como la fuerza con más cañones de artillería pesada de todo el subcontinente? A mí no se me aparecen las razones para hacer esto, y sí se me ocurren varias para no hacerlo y para quitarle trabajo al Congreso norteamericano por la vía de la suspensión de la compra.

Vamos viendo. Nos encontramos en un momento de crisis económica que en el país se acerca a pasos agigantados a situaciones que supuestamente no pasarían, como un alto nivel de desempleo, que ya va llegando al millón de cesantes; ante dificultades económicas, si el Estado va a gastar dinero, lo lógico es que lo haga dentro del país para reactivar la economía ¿por qué Chile decide ir a gastar el dinero de un estado pequeño como el nuestro a Estados Unidos precisamente en estos momentos? ¿Y por qué gasta en armas, gasto que aparte de beneficiar a la industria que las fabrica no beneficia a nadie más? La pura contingencia económica mundial ya es una buena razón para no gastar dinero en armas en este momento, pero tenemos otras razones más profundas para oponernos a este gasto. Según la doctrina disuasiva de la política de seguridad exterior chilena -doctrina que no comparto en lo más mínimo-, debe “invertirse” en armas cuando surgen nuevas amenazas, para que sean “disuadidas”. ¿Qué nuevas amenazas está enfrentando Chile para que, además de los submarinos, los aviones F-16, los tanques y los vehículos todo terreno que ya ha adquirido por sumas de miles de millones de dólares, deba comprar ahora cañones de largo alcance? Basta mirar el continente y ver que ningún país se está armando excepto Chile, ya que pasar a liderar en el continente el arsenal de un cierto tipo de armas no es, como les gusta decir a los ministros de defensa, “recambio de material obsoleto” sino que armamentismo puro y duro. Si algún cretino nacionalista sugiere la idea de que Perú se ha convertido en una nueva amenaza, bastaría con responderle que el que un diario de un país (creo que es La Razón) defienda el discurso nacionalista peruano no es en ningún caso una amenaza, y menos en un país donde la clase política tradicional se encarga frecuentemente de putear a Chile para superar sus crisis internas. Nada nuevo bajo el sol ni la configuración de una nueva amenaza. Nuestra querida Latinoamérica de siempre no más.

Como último punto quisiera destacar que la única posibilidad de seguridad y paz permanente y certera en nuestros países pasa necesariamente por una política exterior común que apunte decididamente, y de verdad, a la integración, al intercambio de todo tipo, a la colaboración internacional y a la solidaridad continental. Si en doscientos años los países latinoamericanos no han salido del subdesarrollo solos, es hora de que empecemos a comprender que el desarrollo puede lograrse si se trabaja mancomunada y continentalmente, generando iniciativas que aprovechen los recursos de todos los países en beneficio de todos los países del subcontinente, lo que conlleva a una nueva política en la cual nuestros gobernantes piensen primero en gastarse los pocos billetes de los que disponen en construir carreteras y líneas férreas que unan a nuestros países y nunca en gastárselos en armas que llevan a más enriquecimiento de los mismos que se han enriquecido a costa de la explotación y división de los países de América del Sur. ¡Construyamos Unión Sudamericana!

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¿Seguridad Nacional gracias al miedo?

En la inmensa mayoría de países del mundo se aplica una doctrina de seguridad nacional cuyo eje central es la palabrita mágica llamada “disuasión”. Según esta doctrina, cada Estado debe gastar ingentes sumas de dinero en adquirir potentes cantidades de material bélico, mantener un vasto cuerpo profesional de hombres entrenados en matar eficientemente a otros hombres y mujeres y rogar al cielo para que este grupo se mantenga quieto y no le bajen las ganas de mandarse solo. Con todo eso se lograría “disuadir” al enemigo de que ataque, pues recibiría una contundente respuesta si lo hace, y por lo tanto todos lograremos vivir en paz, amenazados por todos lados, pero en paz. Yo siempre me he preguntado si los genios que inventaron esta cosa se dieron cuenta que no hicieron otra cosa que crear un sistema de relaciones internacionales basado en el más burdo y bárbaro miedo. Porque eso que denominan “disuasión” no es otra cosa que simple y común miedo. Y un miedo harto justificado si vemos que el vecino parte comprándose pistolitas y termina en submarinos y aviones de última generación.

No sé si ustedes logran ver bien éstas ideas, pero esta “doctrina de seguridad” lo único que nos promete es, precisamente no darnos seguridad. Porque ¿cómo podremos tener seguridad si a nuestro lado progresivamente van aumentando las amenazas? Si dos países vecinos siguen esta doctrina, en su afán de tener seguridad y disuadir al otro no harán más que tener más armas, gastar más dinero fiscal en ellas y por cada aumento de disuasión, o sea, por cada avión, tanque o submarino nuevo, lo que harán será generar más amenazas. Esta espiral armamentista no puede darnos seguridad en ningún caso y menos paz. Y países como Estado Unidos, grandes promotores de estas “ideas”, sufren sus consecuencias en carne propia al ver volar sus tanques en Irak con las mismas armas que ellos construyeron para defenderse del millón de amenazas que ellos mismos se han construido.

Aún cuando la inconsistencia de la doctrina, y su consiguiente fomento a una espiral sin sentido y sin término seguro, sea un punto grave, me parece que es aún más grave el supuesto de fondo que trae, y que no es otro que el pensar que la única forma de relación humana confiable es aquella que se da en base al miedo. Así, siglos de devenir histórico, de innumerables progresos, de avances de la civilización y de instalación de la globalización no habrían hecho aporte alguno para cambiar la relación original humana de cada uno con su mazo en la espalda siempre disponible para ser usado. Lo curioso es que ésta doctrina aplicada en todo el mundo se acompaña en paralelo de los mejores discursos de buenas intenciones, de confianza mutua y de interés por estrechar lazos entre las naciones. ¿A alguien le parece posible que se logren desarrollar relaciones internacionales profundas y fructíferas entre distintos países cuando a la base de todas esas relaciones se tiene al miedo entre unos y otros? Claramente manteniendo las ideas de disuasión, de miedo, de amenaza, de posibilidad lejana pero real de usar los avioncitos y tanquecitos, no vamos a lograr construir mucho y seguiremos con esfuerzos estériles en cuanto avance de integración de países y regiones, de verdadera seguridad y de la necesaria paz que ella debe conllevar. Pero no sólo la lógica nos dice esto, sino que la práctica también: Europa, que es la única región del mundo que ha logrado integración entre países y avances notables en cuanto a paz entre ellos lo ha hecho sustituyendo el miedo por la confianza mutua llevando eso incluso a consecuencias militares, que en su caso han sido reducir las armas y disponerlas para la seguridad de todos los países ante un peligro externo y no para andar amenazándose mutuamente con el último submarino adquirido. Mientras tanto, acá en América del Sur seguimos con buenas declaraciones inmediatamente traicionadas por los actos de los gobiernos; como la insólita compra de cañones de largo alcance por parte de Chile, en plena crisis económica con un millón de cesantes y cuando no hay ningún indicio de un aumento en las amenazas al país. Y la integración latinoamericana, la posibilidad de paz y seguridad permanentes en el continente y la utilización de los recursos bélicos en las necesidades urgentes de los países siguen arrinconados por la disuasión del miedo.

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La Marihuana


                Este fin de semana se realizará en Santiago la Marcha Cultiva tus Derechos 2009, que busca la despenalización del autocultivo de marihuana y de su consumo. Aprovechando esa coyuntura, quiero manifestar mi apoyo decidido a la legalización de la marihuana, en base a los siguientes argumentos:

                - Hay que defender los derechos de las personas, en especial su libertad y su autonomía, pues la prohibición actual de consumir y cultivar marihuana es una directa violación de esos derechos. Seamos claros: hoy el Estado se arroga para sí la facultad de decidir que no debemos consumir marihuana en base al argumento del supuesto daño que puede producir esa sustancia las personas. Se trata de un argumento absurdo en el momento actual, donde la ciencia ha demostrado que prácticamente cualquier sustancia puede dañar la salud humana, ya sea el tabaco, las bebidas gaseosas, las grasas y un largo etcétera. En la inmensa mayoría de los casos las personas deciden libre y responsablemente que consumir, asumiendo las posibles consecuencias que aquello pueda traerles, pero en el caso particular del la marihuana el Estado de Chile decide tratarnos a los ciudadanos como incapacitados mentales que no somos capaces de decidir al respecto. Me rehúso terminantemente a que se me niegue mi libertad de decidir al respecto. Y me preocupo intensamente ante el avance de normas represivas, como la calificación en el listado de drogas duras de la marihuana, que se ha realizado contradiciendo toda la información científica conocida al respecto, pues la falta de reacción de la sociedad civil ante ello puede llevarnos a largo plazo a una sociedad disciplinada por el poder estatal, donde funcionarios y legisladores “bienpensantes” decidan por toda la sociedad que es lo bueno y lo malo. Ante eso no puedo dejar de decir: ¡que nadie decida por nosotros!

                - Hay que considerar la problemática de las drogas como un problema de salud pública. Recientemente ha sido publicado un documento firmado por pesos pesados en políticas antidrogas, como el ex presidente de Brasil Fernando Cardoso, donde se ha reconocido el absoluto fracaso de las políticas actuales en torno a la droga, en donde el enfoque represivo y criminalizador de la marihuana no ha logrado la eliminación de su consumo, menos su eliminación, ni tampoco la erradicación del narcotráfico. Ante lo anterior, se propone considerar a las drogas como una cuestión de salud pública, que implica legalizar su consumo, su autocultivo y su comercialización, aplicando impuestos específicos que sean posteriormente ocupados en programas públicos, eficientes y accesibles de rehabilitación de drogadictos. Creo que esto muestra el tema central del asunto: ¿queremos un Estado que reprima a todos los que desean consumir marihuana, conculcándoles su derecho a decidir, o un Estado que se preocupe y vaya en auxilio del pequeño grupo de personas que se hacen adictas a alguna sustancia?

                - Hay que combatir el narcotráfico en serio. Como dije en el punto anterior, las actuales políticas de prohibición de la marihuana sólo han logrado que mafias criminales se organicen para proveer de marihuana a los consumidores, con los graves crímenes anexos que implica la existencia de los carteles de drogas, entre los que están los asesinatos, secuestros, amenazas, corrupción fiscal y varios más. La legalización del comercio de marihuana permitiría la eliminación de los carteles de droga al sustituirlos por un mercado fiscalizado, seguro para los consumidores y la sociedad en general, que pagaría impuestos para rehabilitar a los adictos y que generaría una actividad económica provechosa para el país.

                En síntesis: propongo una legalización de la marihuana que tenga como objetivo central el respeto a la libertad de decisión y a la autonomía de las personas;  que genere un comercio transparente, fiscalizado y seguro de marihuana que nos libre de las garras del narcotráfico; y que utilice los recursos de impuestos específicos a la marihuana en la rehabilitación del reducido número de  personas que se hacen adictas a la misma, pues ese es el problema humano en el que hay que poner la atención, y no en reprimir al resto.

                ¡Legalícenla!

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El Derecho de Migrar


                Escribo estas líneas desde mi habitación con vista a los cerros de Valparaíso, y viendo sus colores y formas no puedo dejar de maravillarme con la creación de tantas y tantas personas que se encaramaron a los cerros para construir su hogar y armar una de las ciudades más bellas de Chile. Pensando en eso me acuerdo que Valpo es una ciudad de inmigrantes, que a estos montes han llegado personas y familias de distintos puntos del mundo en búsqueda de un mejor vivir, escapando de una guerra o quizás tantos otros motivos; pienso en la lista de nombres de mis compañeros de universidad, donde se entrecruzan apellidos italianos, alemanes, árabes y españoles, donde se ven caras de Rapa Nui junto a cabelleras rubias. La belleza de lo diverso, de lo múltiple, del quedarse conversando con los amigos las diversas historias de vida de cada uno, los pasos por varios países de algunos, las dobles nacionalidades de otros, las apacibles infancias en un solo punto de varios de ellos. Todo eso me parece fascinante, sorprendente, tan ciertamente humano como la vida misma. Pero de pronto choco. Me estrello con una muralla. Me estrello con una muralla que expele odio, rabia, pero por sobretodo, miedo. Esa muralla habla de la exclusión, de la persecución, de la eliminación de quienes son tachados como inmigrantes. Ellos deben irse, no deben estar aquí gritan los que sostienen esa muralla.

                La migración de personas debe ser tan antigua como la Humanidad misma. El mismo Pueblo de Dios en la cultura judío cristiana migró desde las tierras de Babilonia a la Tierra Prometida, para luego pasar a Egipto, volver a los territorios del actual Israel y terminar dispersándose por todo el mundo. Los griegos, padres de nuestra civilización occidental  migraron ellos mismos estableciendo colonias en varios puntos del Mediterráneo, además de recibir en sus propias ciudades a muchos extranjeros. América misma es un continente con tantas contradicciones y diferencias dentro de sí porque se ha constituido en base a la migración de personas desde otros puntos del planeta, partiendo por los pueblos aborígenes que no surgieron aquí, sino que llegaron, hasta las últimas oleadas migratorias en el siglo XX.

                Lo curioso de todo esto, es que el rechazo a los inmigrantes se da en los lugares donde más inmigración se ha producido y donde los inmigrantes más han aportado a su desarrollo. ¿Alguien puede concebir que Estados Unidos pudiera haber logrado ser el país que es sin la fundamental ayuda de los inmigrantes? Basta con mirar al actual presidente norteamericano para captar que Estado Unidos es la Grecia contemporánea no sólo por su enorme poder económico, militar y político, sino también, y probablemente de manera principal, por la enorme diversidad de personas, culturas y nacionalidades que hay en su seno. Y aquí en el sur del mundo, donde somos un país cuyo padre de la patria fue hijo de un irlandés, donde nuestra independencia se selló con la ayuda de militares franceses que se asentaron en estas tierras, donde nuestro primer presidente fue argentino, y donde el gestor del reconocido Código Civil que nos ha regido por 150 años fue un venezolano, no podemos hacer otra cosa que agradecer la llegada de tantos inmigrantes a Chile, que se han dedicado a aportar decididamente al país.

                Pero allá en el norte, y aquí en nuestra fértil provincia aparecen los gritos histéricos de quienes quieren discriminar a quienes no nacieron en el país. Y luego aparecen las amenazas, los ataques, las persecuciones. Y los perseguidores se instalan en la altura de decir que ellos “son de aquí” que tienen más derechos que los vienen llegando, y que en realidad estos últimos no tienen ni siquiera derecho de llegar. Yo me pregunto ¿se acordarán ellos que de no ser porque sus antepasados llegaron a estas tierras ellos ni siquiera existirían? Yo me pregunto  ¿recordarán que todos los países son países de inmigrantes, pero que por sobre todos lo son nuestros  países, los americanos, construidos con la sangre de todo el mundo? Razones para defender el derecho de migrar son muchas, pero yo sólo me quedo con la simple pregunta ¿Qué sería de nosotros sin los inmigrantes?

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Vivan los Alcaldes


            En Hiroshima tendrían motivos de sobra para estar más que deprimidos. Ser una de las dos únicas ciudades en el mundo que han sido devastadas por la acción de una bomba nuclear da motivos de sobra para ello. Además de las decenas de miles de muertos hay que contar los daños que han permanecido a través del tiempo en los sobrevivientes y sus descendientes (altos índices de cáncer por ejemplo), y para qué hablar de la destrucción física de la ciudad que implicó la explosión nuclear. Uno perfectamente podría pensar que se trata de una ciudad deprimida, triste, donde su población tira para abajo y sus autoridades también. Como mucha otras ciudades, donde ni siquiera un petardo ha explotado. Pero a Hiroshima la entenderíamos. Hay cosas que nadie resiste.

            Pero ¡oh sorpresa decadentes occidentales! Hiroshima no está nada triste, ni decaída, ni sus autoridades tampoco. Esta activa y poniéndose a la vanguardia del mundo. Liderando y dando el ejemplo. Sucede que el alcalde de Hiroshima ha impulsado, lidera y es presidente de la red internacional Alcaldes por la Paz, que se ha ido convirtiendo en una de las más importantes voces mundiales a favor de la abolición del armamento nuclear en el mundo. Son más de dos mil ochocientas ciudades del mundo que se han declarado por la paz, integrándose a esta red y presionando a los que deciden, para que tomen las decisiones correctas, entre ellas, claro está, que se acaben las armas nucleares.

            Y resulta que uno piensa que a los alcaldes los pesos pesados de la política mundial no los consideran mucho, mal que mal están ocupados de la limpieza de sus ciudades, de una once con las juntas de vecinos y de inaugurar alguna plaza, cosas todas importantes pero bastante locales, no para influir en todo el mundo. Pero si uno piensa así se equivoca garrafalmente, porque nada más y nada menos que el Parlamento de la Unión Europea ha decidido apoyar la propuesta de Alcaldes por la Paz de abolir las armas nucleares el año 2020. Así de claro.

            Alcaldes por la Paz ha desarrollado la campaña Abolición 2020 para que ese año las armas nucleares estén abolidas en el mundo entero y se realicen todos los protocolos y acuerdos necesarios para que esa situación se mantenga indefinidamente. Y poco tiempo después de que Obama dijera en Praga que está a favor de un mundo sin armas nucleares, el Parlamento Europeo sigue la idea de los alcaldes y le pone fecha a esa esperanza. Nada de quedarnos en las buenas intenciones, sino que apoyar un protocolo de acción que incluye negociaciones, secretarías que las supervisen, plazos claros y  tratados y acuerdos formales y serios.

            Y ahora, después del apoyo del Parlamento Europeo, los alcaldes van a Nueva York a la Asamblea de la ONU que revisará el Tratado de No Proliferación nuclear a exigir que éste se cumpla en plena forma y que se amplíe para que ningún país tenga armas nucleares de aquí a diez años. Y ya no son sólo los alcaldes, ahora los acompañan varios miles de organizaciones de todo el mundo que también piden la abolición nuclear. Y si todo sale bien, tendremos que desde el 2010 al 2020 se desarrollará la Década por el Desarme de la ONU. Y en Nueva York también estará Mundo Sin Guerras diciendo que la Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia está para apoyar esto, y para darle inicio anunciándolo a todo el mundo en su recorrido planetario. Y entonces ya no es nada alucinado pensar que con la suficiente presión, que con la suficiente gente exigiendo, que con la suficiente gente pidiendo a sus alcaldes que se sumen a la campaña de abolición, en poco más de diez años las bombas nucleares se transformarán en una terrible amenaza del pasado. Y todo depende de que las personas de todas partes del mundo tomen conciencia al respecto, llamen a sus alcaldes, se sumen a la Marcha Mundial y formen el gran movimiento que hará posible todo esto.

            Y esta gran oportunidad para el mundo la lidera el alcalde que tenía más razones para hundirse en el nihilismo y decir que ya nada vale la pena, pero que entendió que las enormes atrocidades cometidas por la humanidad no son razón para pensar que todo está perdido, que tampoco son razón para hundirse en el resentimiento, en la ira, y ni siquiera son razón para hundirse en la desesperanza y la falta de fe. Sino que son todo lo contario, son la justa razón para movilizarse y unir las fuerzas de todo el mundo en pos de una causa noble y grande como la paz. Son la razón para cambiar el mundo.

http://www.2020visioncampaign.org/es/pages/100

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En el pasado la Guerra del Chaco, en el futuro la paz duradera.


Ayer Bolivia y Paraguay han firmado por fin el acuerdo limítrofe que pone fin definitivo a la Guerra del Chaco, luego de estar en “veremos” desde ¡1938! (la noticia completa aquí). Es un hecho notable y para celebrar, pues da cuenta de la voluntad de algunos gobiernos (lamentablemente aún sólo algunos) de instalar definitivamente la paz por estas tierras del sur del mundo y contribuir a la paz mundial.

                La Guerra del Chaco fue uno de los peores conflictos de América del Sur y enfrentó a dos de los países más pobres de la región en una guerra que dejó cerca de cien mil muertos. Es una muestra notable de cómo el descriterio, la falta de visión, el nacionalismo pésimamente entendido, las guerras anteriores y la intervención de las potencias extranjeras pueden llevar a guerras con resultados desastrosos a nivel de vidas humanas y de economía, en los que quienes más pierden son los que tuvieron menos capacidad de decisión y menos intereses en lo que pudiese resultar de la guerra. Al final, y como siempre en estos casos, todo se reduce a la búsqueda de alguna riqueza natural que dudosamente beneficiará a quienes pelean, y sufren en la guerra (como no recordar aquí que la mayoría de quienes participaron en el Combate Naval de Iquique, en la Guerra del Pacífico, y que fueron hechos héroes por Chile, terminaron sus días en la pobreza mientras unos cuantos ingleses se enriquecieron de manera increíble con el salitre).

                Como usted podrá suponer al conocer a nuestros queridos países sudamericanos, desde el fin de la Guerra del Chaco, la situación nunca se resolvió definitivamente pues quedaba pendiente el tema de los límites territoriales, a cargo de una comisión que duró nada más  y nada menos que desde 1938 hasta el 2007, haciendo gala de la rapidez característica del actuar latinoamericano en estos temas. Obviamente toda esta lentitud sólo ha servido para dar pie a tensiones, amenazas y exaltaciones nacionalistas de todo tipo en todos estos años (aquí en Chile tenemos el notable caso de que las relaciones con Perú y Bolivia no terminan de resolverse desde hace más de ¡ciento veinte años! Y vamos comprando F-16 para la “seguridad nacional” mientras tenemos hospitales tan malos que si llega la gripe de los chanchos hay pandemia nacional y colapso del sistema y enfermos por doquier y muertos… y bueno, eso pasa siempre sin la famosa gripe mundial y aquí no se les ocurre que eso es “seguridad nacional”).

                Por eso es tan importante el acuerdo firmado que termina el tema, define los límites y además entabla un acuerdo de paz y amistad entre ambos países. Es la muestra de que algunos gobiernos están cambiando la mirada, están preocupándose decididamente por la paz (como Evo y la renuncia constitucional de Bolivia a la guerra) y están entendiendo que la antigua idea de que para “tener la paz hay que hacer la guerra” o sea, armarse, amenazarse y claramente estar dispuestos a enfrentarse, es una idea que lo último que trae es paz y buenas relaciones entre los países. Hablamos de que ya hay países que entienden que la paz es una medida urgente y necesaria que trae más bienestar a los países, y no una frase hueca de las Miss Universo, y que se concreta con medidas como esta, resolver pacíficamente los diferendos, además de otras como la reducción progresiva y proporcional del gasto bélico. Esto es notable porque habla de que alguna vez Latinoamérica puede ponerse a la vanguardia del mundo y liderar un movimiento que establezca la paz definitiva para sus países. Que extraordinario ejemplo para todo el mundo sería de parte de la región que ya ha avanzado al acordar nunca tener armas nucleares. Es hora de que los latinoamericanos nos movamos hacia ello. Estos tratados son la muestra de que sí se puede.  

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Por qué creo en la Paz


Creo en la Paz y en que esta debe establecerse de manera estable en todo el mundo no por alguna loca ensoñación hippie, ni por alguna “alternativa” tendencia new age, sino porque estoy a favor de la inmediata y absolutamente necesaria mejora sustancial de las condiciones de vida de todas las personas en el mundo, y por lo tanto, de la construcción colectiva de un mundo exponencialmente mejor que el que tenemos (o sufrimos!) ahora.

La Paz Mundial aporta a esto cambios sustanciales incomparables, de los cuales destaco algunos:

    • Un mundo en paz implica la eliminación inmediata del arsenal nuclear mundial, que representa la amenaza más grave y seria a la existencia misma de la humanidad completa (aquí no se salva nadie) pues el poder atómico actual logra destruir la Tierra ¡veinticinco veces! Una guerra nuclear no es un conflicto grave, peligroso o muy preocupante; es lisa y llanamente el Apocalipsis.

    • Un mundo en paz y con vocación de paz conlleva la reducción drástica del increíblemente alto gasto bélico a nivel mundial, del que si usáramos sólo el 10% nos alcanzaría para la erradicación del hambre en el mundo. Así de simple. ¿Eres capaz de imaginar lo que se podría hacer con fines positivos con el 30% o con el 50%? Piensese en lo irracional de este gasto con el ejemplo de un país pequeño, pobre y sin grandes amenzas como Chile, que en la compra de dos submarinos Scorpene se ha gastado más de mil millones de dólares (y ha comprado además aviones, tanques, vehículos, etc) al mismo tiempo que presenta falencias graves en educación y salud.

    • Un mundo en paz implica un enorme salto cualitativo para el ser humano: pasar de la cultura de la amenaza, la confrontación, la violencia y la guerra a una cultura de diálogo, de vocación de entendimiento, de reconciliación y de no-violencia activa. Este cambio, que se plasma en una conquista cultural profunda (como el no comernos entre nosotros ni esclavizarnos) por si sólo implica un salto evolutivo de proporciones mayores, un salto que sube el nivel básico de la civilización humana a alturas impensadas en este momento: un cambio radical para que todos los seres humanos vivamos en una condición mejor.

    • Un mundo en paz implica la actitud personal de paz, implica que cada ser humano transite por la vida con la convicción de la paz, que conlleva llegar a ella no por una iluminación marciana ni por una acción esquizofrénica de decir de un día para otro “soy pura paz”, sino por la superación de las contradicciones personales y sociales que llevan al miedo, a la ira y a la violencia: estaremos personalmente en paz cuando vivamos sin contradicción con el mundo exterior, o sea, cuando vivamos con justicia, y cuando vivamos sin contradicción con el mundo interior, o sea, cuando vivamos con coherencia.

Es bastante claro que la idea de vivir en un mundo en paz no es la idea “súper loca” de moda. Es la búsqueda seria y profunda (pero no aburrida ni cuadrada) de cambiar el mundo para que todos los habitantes de él, y no sólo unos cuantos, podamos vivir una vida plena, alegre, justa y bella en los años que nos toca pasar por estos lares del universo. Entonces ¿puede haber algo más importante que buscar la paz?

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¡Yo creo en las personas!

                Mire usted el mundo. Dese cuenta de la increíble cagada que hay en todas partes. Gente que se mata, gente que mata a otras, gente que vende droga, que la transporta, que cae presa, que deja hijos botados, que no paga deudas, que asalta, que le importa un cuerno el resto, que no tiene ética, que no tiene, moral, que no tiene casa, auto ni perro que le ladre. El mundo yéndose cada vez más al carajo con guerras, pestes, hambrunas, ahora hay plagas por todo el mundo, viene el SARS y el ébola, el SIDA ya nos cagó, la pobreza sigue y con la crisis todo peor. En cada país por separado la cuestión es más negra, a Obama no lo dejan gobernar estos republicanos picados, Berlusconi hace lo que quiere, Rodríguez Zapatero es progre pero cada vez hay menos pega en España, Uribe interviene hasta el teléfono de sus ministros en su pelea contra las FARC que no terminan ni de hacer la revolución ni de desaparecer, Fidel cada vez más gagá y con mas comunistas apoyándolo y uno no sabe por qué cresta lo hacen, a Evo lo intentan matar y le hacen la cama como pueden los de Santa Cruz, y eso que indígena, izquierdista y todo lo que quieran es el mejor presidente que ha tenido el país (liberal y republicanamente hablando incluso), mucho mejor que los presidentes que ellos habían puesto. Y aquí en Chilito lindo la cosa que no avanza mucho, la Bachelet que iba más o menos bien a terminar su gobierno se va yendo cuesta abajo con la ley de transparencia y que nos enteramos que hasta el gato de su hijo tiene pega en el Estado, y el del sobrino del ministro y el del primo del intendente y hasta los escritores que tratan de pasar de críticos hacen asesorías al Ministerio de Transportes (por último al de Cultura digo yo!), y Piñera que hace tontera tras otra y no creo que gane, por último pa tener Mapocho navegable (y bueno, no lo cree ni siquiera mi profe UDI) y la única reacción parece que son los anarquistas que queman cuestiones el Día del Joven Combatiente en defensa del pueblo, claro que esas cuestiones son las plazas y almacenes de Pudahuel, Cerro Navia y Peñalolén que yo no sé en que defenderán al pueblo, sólo sé que por su culpa no hay buses pa venirme a Valpo, y tengo que pagar cuatro lucas (y no estudiante como siempre) pa llegar al puerto en un bus que huele horrible y que si esta es la defensa compañero que hay que hacer del pueblo no me defienda tanto por favor. Y por último leo a Bertoni en el Clinic con sus columnas depresivas, después de leer un libro suyo que debió haber terminado con la foto de él colgando de una viga, porque francamente quien después de todo esto no cae en el nihilismo y en el suicidio puro y duro…

              Pero resulta que casi por casualidad termino elevando la cabeza medio centímetro, subiendo la vista sólo un poco, y viendo un poco más allá de las miserias me encuentro con la gente que no es víctima inerte de las cosas, sino que hace algo al respecto, y miro a los okupas que ante la falta de cultura deciden autogestionarla y hacerla ellos mismos y crean unas cosas maravillosas, y veo a las escuelas populares que se multiplican por todas partes igual que los preuniversitarios populares que ante la educación pa la coyoma que tenemos por estos lados deciden subsanar el tema solidaria y organizadamente, y veo a los que van a trabajos voluntarios que asumen un compromiso social de manera libre y entusiasta, y veo a los que organizan colectivos políticos que con peleas, dudas y errores son una muestra increíble de que no van a aguantar más que los mismos señores de siempre, y unas pocas señoras, sigan dirigiendo la cosa así no más sin pescarlos ni en bajada, y veo a algunos curas que después de estar harto rato callados empiezan a sacar la voz para decir que el cristianismo no es puro azotarse ni andar prohibiendo píldoras del día después sino que por sobre todo es amar al prójimo con toda la implicancia social que eso conlleva, y veo a los centros de estudio de filosofía griega, oriental, zen y espiritual que a pesar de la caída y desprestigio de las iglesias se atreven a introducirse a las materias de la fe y el espíritu de manera libre, no dogmatica, buscando el sentido profundo, y veo a los que se convierten en activistas y hacen cosas por los animales, el medio ambiente y el respeto a las minorías a pesar de los riesgos y los encarcelamientos y las amenazas y los montajes, y por último veo a esos varios miles que se están moviendo por la paz en el mundo entero, a pesar de la amenaza de esa bomba famosa y tenebrosa con la que basta que un imbécil apriete un botón para que se acabe todo sin más y para que todo  lo que hacemos no tenga el menor sentido ante la amenaza cierta de la extinción nuclear a nivel planetario, pero ellos se mueven con todo, con urgencia y con creatividad, con pocos recursos pero con muchas voluntades, con la amenaza al frente, pero por sobre todo con la certeza de hacer lo correcto y lo necesario como fuente de apoyo inagotable. Con ellos a la vista, y a pesar de los males y miserias  del mundo no puedo dejar de decir ¡yo creo en las personas!

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El Primero

Que importante es ser el primero.

                Ante esta frase alguna persona competitiva y exitista pensara en lo importante que es ser primero, ganándole a otros, dejando atrás a otros, olvidándose del resto y autoafirmándose en el propio ego. Pero mi intención con la frase no va para ese lado, sino que hacia otro muy distinto. Al hablar de lo importante que es ser el primero pienso en lo relevante que es la acción de ser primero en cuanto a modelo para otros, modelo digno de imitar claro, modelo de recto actuar, pero por sobre todo me interesa eso de hacer algo antes que nadie, de ser, en definitiva, quien abre camino.

                Es que es muy importante abrir caminos. Andar por los caminos ya trazados es lo más corriente, ni una gracia hay en ello. Pero lo otro, el ser el pionero, el que avanza a la vanguardia, el que inspira a los demás a seguirlo por los derroteros nuevos, eso sí que es interesante. Interesante y posibilitario: cuando uno se atreve, ya no es uno, aparecen varios más; lanzado uno, son varios otros los que se animan: atreviéndose uno, lo que hace es abrir la posibilidad a los otros, sobre todo a los que creían que no era posible.

                Pienso en todo esto a cuento del tema de la esclavitud. Esa cosa terrible que acompaño a la Humanidad por tantos siglos (y que parece que en Brasil y en algunos otros países aún sigue, pero de manera ilegal y perseguida, no como antes, cuando había incluso un Derecho de Esclavitud que normaba todo lo relativo a ella). Porque resulta que Haití fue el primer país del mundo en abolir la esclavitud (además de ser el segundo de América en independizarse, después de los Estados Unidos, y con los negros, ex esclavos, liderando el cuento) y eso que poco antes parecía tan imposible, se largó como un reguero de pólvora por el mundo, y en menos de un siglo teníamos a la esclavitud abolida en todo el mundo, y en un tiempo más la teníamos efectivamente erradicada (pues lo de Brasil, terrible y repudiable, es marginal en el contexto mundial). Esos negros corajudos al independizarse nacionalmente se liberaron también de sus cadenas personales y de paso, como notable regalo al mundo, iniciaron el fin de la esclavitud en el planeta. Fueron los pioneros.

Y resulta que hoy en día tenemos a nuestros propios pioneros, que están dando ejemplo en una materia tan o más grave como la esclavitud para el mundo entero: las guerras y la urgente necesidad de la paz. Estos pioneros se encuentran en el increíble pueblo de Bolivia que hace pocos meses dieron el gran primer paso a nivel humano: declararon inconstitucional la guerra. Sí, absolutamente cierto y escrito en su nueva Constitución, que tengo a la vista al momento de escribir esto, la que dice en su Artículo N°10 “Bolivia es un estado pacifista, que promueve la cultura de la paz y el derecho a la paz, así como la cooperación entre los pueblos de la región y del mundo, a fin de contribuir al conocimiento mutuo, al desarrollo equitativo y a la promoción de la interculturalidad, con pleno respeto a la soberanía del estado”, y agrega en su inciso II “Bolivia rechaza toda guerra de agresión como instrumento de solución de los diferendos y conflictos entre estados y se reserva el derecho a legítima defensa en caso de agresión que comprometa la independencia y la integridad del Estado” para terminar con el broche de “Se prohíbe la instalación de bases militares extranjeras en territorio boliviano” (inc. III).

   Hace un par de siglos fue un pueblo de esclavos, que sufrió directamente los efectos de la esclavitud el que inició el proceso de su abolición. Hoy es un pueblo de indígenas, que ha sufrido las consecuencias de la guerra, en especial de la de Conquista, el que declara ese mal humano como inconstitucional de manera pionera. ¿Será el inicio de un nuevo proceso de gran avance para la humanidad? Tengo la esperanza y la convicción de que sí. Actuemos todos en esa dirección: es la aventura abierta del siglo XXI.

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Dos ejemplos

Como usted podrá darse cuenta con el sólo mirar la imagen del lado derecho de este blog (y aún más si es amigo mío en facebook) ando muy inspirado difundiendo la Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia, y en el marco de eso estuve el otro día en un operativo de difusión y de adhesión a la Marcha, en el que conversé con alguna gente pesimista (¡que nunca falta!) sobre su absoluto pesimismo respecto a una iniciativa como la Marcha Mundial. Es fácil imaginarse que sus comentarios eran del tono “esto no va a resultar, la guerra siempre ha estado con el ser humano, y siempre va a estar”, o sea, estamos frente a algo inconmovible y todo lo que hagamos no va a afectarlo en nada. En resumen, “no estoy ni ahí con la Marcha Mundial”.

Lo interesante del caso es que el pensamiento de los incrédulos en la paz se empieza a caer cuando uno reflexiona un poco.

Tan inherente como parece ser la guerra al ser humano, lo fue la esclavitud. Durante bastantes milenios los seres humanos se esclavizaron entre ellos, y las razones para caer en la condición de esclavo fueron varias y abundantes, aunque el perder una guerra, el tener deudas y el ser hijo de esclavos fueron las más comunes. Durante varios siglos la esclavitud fue algo tan antiguo, tan común que ni siquiera era cuestionada, el que los seres humanos teníamos dignidades distintas y algunos podían ser esclavizados era obvio. Padres de la sabiduría, como Platón, Aristóteles o Locke vivían en sociedades esclavistas. Cuando empezó a difundirse el argumento ético y moral en contra de la esclavitud, surgió de inmediato el argumento económico: en una economía basada en los esclavos (miren a Brasil en el siglo XVIII) ¿cómo íbamos a vivir sin esclavos? Además, algo tan antiguo no va a cambiar nunca, decían los esclavistas. Dos siglos después del comienzo del fin de la esclavitud, vivimos en un mundo sin esclavos que es enormemente más rico que el que sí tenía y que ha demostrado que algo que por cientos de años era “inherente al ser humano” ya no lo es.

Otro caso para pensar es el de la creciente conciencia medioambiental en el mundo entero. Hace cuarenta años, esta conciencia lisa y llanamente no existía. En cuatro décadas la humanidad ha tomado conciencia del peligro del daño al medioambiente y se ha empezado a formar una preocupación global al respecto. Ese mismo ser humano que por siglos depredó la naturaleza sin ningún remordimiento, se está dando cuenta que ella no es inagotable, que corre serios riesgos, y que esos riesgos, en definitiva, a quien más afectan es al mismo Hombre. La idea de que el ser humano tenía una condición depredadora infatigable, está cambiando por la de que es una de ser inteligente que racionaliza su actividad y preserva los ecosistemas. Esta nueva conciencia aún no es total como la relacionada con la esclavitud, pero avanza con una fuerza tal que no es alocado creer que en poco tiempo el daño al medioambiente será un mal del pasado, y viviremos en un mundo de desarrollo sustentable. Y todo en unas cuantas décadas.

Con esos dos notables ejemplos creo que va quedando claro lo débil que es la idea de que esas cosas “inherentes” al hombre que nos hacen tanto daño a todos de verdad sean inherentes. Así que no vaya a creer usted que una tontera como la guerra, por el sólo hecho de durar tanto tiempo, vaya a durar para siempre. Mire que ya habemos muchos moviéndonos en contra de ella. Incluso los pesimistas con los que conversé el otro día. Terminaron adhiriendo a la Marcha.

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¡Claro que es posible!


Hay alguna gente muy pesimista ¿lo han notado? Uno va muy entusiasmado a contarle que se están moviendo muchas personas a favor de causas nobles, que dan fuerza, que hacen tener la certeza de que hay futuro para la Humanidad y ellos responden con una horrible cara la frase para el bronce: “nada va a cambiar”.

                A mí no deja de sorprenderme la frase. Es que es bien rara. ¿Cómo es eso de que “nada va a cambiar”? Lo pregunto porque pienso en mi abuela que vivió largos 92 años y que nació cuando todavía el vapor era la gran energía que movía las cosas, que se vino de Antofagasta a Santiago en tren en un viaje de ¡tres días y tres noches! Y que llegó a una casa que eran unos cuantos palos parados casada con un obrero linotipista; y cuando murió ya nadie usaba el vapor como energía, el viaje a Antofagasta se hace en una hora cuarenta minutos en avión (porque ni siquiera hay tren) y el oficio de su marido ¡ya no existe! (aunque la casa ahora es muy bonita y muy sólida). Ella nunca habría dicho “nada va a cambiar” porque ¡por Dios que cambiaron las cosas a lo largo de su vida! Parece claro que con la historia de mi abuela quiero mostrar que no es una posibilidad el que las cosas cambien, sino que es absolutamente cierto que cambian. Ya lo dijo un sabio: nunca me podré bañar dos veces en el mismo río, pues el río cambia y yo también cambio. La pregunta correcta más bien es ¿quiero ser arrastrado por los cambios o quiero influir en los cambios?

                Yo no sé qué les parece a ustedes, pero a mí me gusta decidir autónomamente, hacer uso y disfrute de mi autonomía de la voluntad, de mi libertad y de mi capacidad de hacer; ¡así que no estoy ni ahí con ser arrastrado por los cambios! ¡quiero influir en ellos! Y quiero influir para lograr las mejores cosas: actuar por las grandes causas, unirme con otros y otras, construir juntos nuestra acción y acrecentar nuestra libertad en conjunto.

                Ante esto no faltó el que gritó medio indignado “pierdes tu tiempo” o “esas son puras tonteras” ¡y ni siquiera mira su pobre vida, individualista, solitaria, temerosa, incrédula, triste y pesimista, que se parece harto más a una gran pérdida de tiempo! ¡ni tampoco se dio cuenta que sus búsquedas van hacia el dinero, que no sale de sí mismo ni siquiera para compadecerse del otro, que ve enemigos, competidores y miedos en todas partes, que en definitiva es él quien está preocupado de puras tonteras sin ser capaz de darse cuenta!

                Así que antes que cierre la ventana de su navegador, intente pensar, querido señor lector (o mejor si es señorita lectora), en que el mensaje de este post es dejar en claro que el cambio es posible, que el cambio es lo permanente, y que depende de nosotros la dirección que le demos, que eso lo podemos hacer uniéndonos y sumándonos con otros; pero que por sobre todo, gracias a la acción conjunta, inspirada, que busca lo buenamente humano e importante, tener una vida intensa, interesante y a todo dar ¡claro que es posible!

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Por el fin de las guerras y de las fuerzas armadas


Paz. Nada más, nada menos.

En estos precisos instantes en que usted señor lector se introduce en este novísimo blog, a nivel mundial se desarrollan actividades, operativos y un sinfín de acciones en pro de la Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia. Entre los postulados de la Marcha hay dos sumamente interesantes: La firma de tratados de no-agresión entre países y la renuncia de los gobiernos a utilizar la guerra como medio de resolución de conflictos.

                ¿Por qué son tan relevantes estos puntos? Porque marcan una nueva lógica de entender la paz y un interés real por conseguirla. Hasta el día de hoy, si usted le pregunta a su gobierno al respecto, este le dirá que se preocupa mucho por la paz y que es por eso que se hace absolutamente necesario que gaste dineros fiscales (o sea suyos, sacados de su bolsillo a través de innumerables impuestos) en comprar armas cada vez más caras y sofisticadas, en cualificar a un importante número de personas en matar profesionalmente a enemigos y en mantener una enorme y muy costosa organización llamada fuerzas armadas. Su gobierno le dirá que todo lo anterior es necesario precisamente para mantener la paz, para asegurarse de que ningún enemigo vaya a osar atacarlo a usted, a su casa y a su gato, y que si el país de al lado se compra un avión, su país debe comprarse tres. A esta altura, usted ya ha sospechado que todo lo anterior es bastante raro, pues con países cada vez más armados, con armas cada vez más destructivas y con amenazas mutuas entre países cada vez más graves, la paz no se instala y las guerras se mantienen. Harto ineficiente tanto gasto, dirá usted, si ni siquiera hay la mínima seguridad de que con él nos alejemos de la guerra.

La respuesta a esto es bastante obvia: las armas no se inventaron para evitar la guerra, sino para hacerla; los ejércitos no quieren alejar la guerra, sino pelearla; y el gasto bélico desbocado en que está el mundo sólo acrecienta la amenaza de guerra y la posibilidad de que una bombita nos borre a todos de la faz del planeta.

                El argumento de que la amenaza mutua (también llamada destrucción mutua asegurada) nos garantiza la no agresión, o que las armas (grandes y en cantidades enormes) nos pueden salvar de las guerras se cae absolutamente por sólo ejercicio de la lógica, pero aún más por la revisión histórica: recuerde usted que cuando la URSS y los EEUU tuvieron más armas y se amenazaron mutuamente con mayor fuerza, la guerra estuvo ahí, a la vuelta de la esquina (y de hecho se enfrentaron indirectamente en Corea, Vietnam y Afganistán), mientras que cuando la URSS redujo unilateralmente sus arsenales, la amenaza de guerra se contrajo drásticamente; o sea, a más armas mayor amenaza de guerra, y a menos armas menor amenaza, lógico. Sin embargo, nuestros gobiernos siguen con la cantinela de armarse para asegurar la paz. Ante eso no queda más que decir las cosas por su nombre: a muchos gobiernos la paz no les interesa y usan el argumento ya dicho como justificación, barata y mala, para comprar tanques, aviones y submarinos. Y eso pasa en países en que mientras compran aviones F-16 nuevos de paquete, hay colegios que se les pone sobrenombres de “acuáticos” porque ni siquiera resisten una lluvia en buen estado.

                Lo importante de todo es que la paz sí es posible, y es barata y cercana.

¿Por qué dos países van a una guerra? Porque tienen un conflicto, uno grave y serio que no han resuelto y que les parece más importante que mantener la paz, por el que están dispuestos a enviar a morir a sus ciudadanos (y en general a sus más jóvenes ciudadanos, los que tienen proyectos, sueños y futuro que se estrellan con la muerte, la amputación o el trauma). ¿Qué pasaría si los países decidieran que la paz es lo más importante, qué en base a ella guiarán todas sus acciones, incluida el resolver sus conflictos? Pasaría que entre dos países que tienen a la paz como lo más sagrado y que resuelven sus conflictos en consideración a ella, o sea pacíficamente, no habrían guerras. Que un gobierno renuncie a la guerra como forma de resolución de conflictos, implica que considera a la paz como lo más importante; y que dos países firmen un acuerdo de no agresión implica que deciden resolver sus conflictos y llevar una relación en paz. Si esto elimina la posibilidad de guerra entre dos países, es fácil imaginar que si se hace a nivel mundial, elimina la posibilidad global de guerras. Y todo al precio del papel en que se escribe el acuerdo.

                Lo mejor de todo es que esto no es pura palabrería, sino que en este minuto se está llevando a cabo la primera campaña mundial, en ciudades tan importantes como Nueva York o París y también en pueblos pequeños como Talagante o Buin, a favor de la instalación de la paz de manera permanente y duradera, con cientos de miles de personas adhiriendo a ideas como que los gobiernos renuncien a la guerra y realicen tratados de no agresión. La paz se va a lograr de la forma más barata y efectiva que hay: mediante la conciencia y acción de las personas comunes y corrientes que presionen por la paz a sus gobiernos, que la logren y la mantengan. Llegará así el día en que las fuerzas armadas no existan y podamos gastar esos dineros, por fin, en las necesidades urgentes de la gente, como salud, educación y tantas otras, las que comparadas con una bomba, de verdad se lo merecen.

                Hay que sumarse a la Marcha Mundial por la Paz y la No-Violencia.

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Así va la Marcha